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Marcela Urrea
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Letras Para el Alma

Paciencia maestra

Según el diccionario la paciencia es: Calma o tranquilidad para esperar.

En ese caso aplica para esperar que algo suceda, esperar que alguien se decida por sí mismo o porque las circunstancias lo obligaron a transformarse, esperar que nuestra mente procese una experiencia… esperar en todas sus expresiones.

En mi experiencia muuuuuuuy extensa hacia la paciencia he descubierto que ella tiene muchos otros matices tan desafiantes o más que el simple ESPERAR.

La paciencia nos exige reconocernos para delinear nuestros límites y saber en qué punto podríamos sentir que ella se nos escapa como arena seca de las manos y al mismo tiempo nos exige el valor para invocarla antes de que ese límite nos lleve a exponer de nosotros lo menos bonito que nos habita.

La paciencia nos burea cuando vemos en otros cosas que nos parecen irreconciliables con nuestro ser y nos hace un llamado a hacer las pases con la diferencia desde el amor.

La paciencia nos entrena cuando nuestros caprichos creen que el tiempo de Dios es nuestro tiempo y que nuestro programador mental no tiene porque adaptarse a él sino el a nosotros.

La paciencia respeta los procesos tan cuál son, le importa un bledo nuestro afán, nuestra ansiedad, nuestro deseo de control… ella va ahí… cuál tortuga serena, en su propio paso lento pero decidido y eficiente.

Al iniciar este año hablaba con una buena amiga y ella me compartió que uno de sus propósitos para este año era LA PACIENCIA, mientras yo le contaba algo que me había hecho sentir impaciencia en algún momento (su impaciencia tenía más matices de tolerancia y la mía más matices de afán) … al final le dije que alguna lecciones estábamos aprendiendo de este brote de impaciencia, que para algo debíamos estar preparándonos y que con humildad debíamos silenciarnos para entender que era.

Hay que amar los procesos, hay que amar los imprevistos y encontrar en ellos coordenadas que nos van llevando a donde DEBEMOS ir, sin la arrogancia que nos impone el querer el control.

Bendigo entonces la paciencia que es maestra y que me va puliendo incluso cuando me resisto a ser pulida… después de ella mi corazón resplandecerá más.

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Letras Para el Alma

A veces… pero no siempre.

A veces…  y no siempre…

Porque tus pasos llevan más afán que los míos, quisiera ser un poco más para ti.

Me gustaría ser el suspiro que tomas entre esfuerzo y esfuerzo.

El silencio que invocas para poner en fila tus pensamientos.

El sosiego de tus ojos al encontrar el descanso.

El interruptor de tus mejores ideas.

La presencia oportuna.

La soledad bien acompañada.

El vicio para calmar tus nervios.

La reflexión atravesada.

A veces, y no siempre para no interrumpirte.

Quisiera ser la sombra que te salva de la jornada.

Quien extingue tus angustias … para retomarlas 60 segundos después, con las fuerzas renovadas.

Quisiera ser la mirada que no buscas… pero amas encontrar.

El remolque de tus sueños.

A veces y no siempre, para no volverme costumbre,

Quisiera ser un inesperado instante  de euforia,

La brisa imperceptible que te obliga a parpadear ;

El bostezo después de la siesta.

A veces y no siempre…

Quisiera ser algo más para ti.

Pero no todo, para guardar un poco… para después.

——- Septiembre de 2006

 

 

*Este texto se lo escribí a mi papá en el 2006… ¡lo conmovió! . Lo convirtió en una placa y lo colgó en la sala de la finca.

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Letras Para el Alma

El camino a la calma

Al camino de la Calma se llega por un sendero que ya habías recorrido, fue un camino que mientras ibas andando tus lágrimas caían y se volvían, como en Hansel y Gretel, piedritas luminosas que luego serían tu brújula .

A la Calma no hay Atajos, no existen…

Para llegar allí, ella primero se cerciora de qué seas merecedor de tenerla y de que hayas labrado un recorrido digno en el que muchas y muy repetidas veces la hayas dado por perdida.

Cuesta arriba y cuesta abajo,

Lomas empinadas y faldas precipitosas,

Lodo y Puentes movedizos más allá ,

La luz de tus lágrimas hechas piedras te indicarán que te acercas

De repente te das cuenta que mientras avanzabas te fuiste deshaciendo del peso que traías en los bolsillos, te quitaste lo que te estorbaba para avanzar con más agilidad y sólo llevas puesta tu piel medio desnuda y tu alma también.

Sientes olor a pan…

A Horno encendido de casa cálida…

Sabes que estás muy muy cerca.

Respiras y te llega de pronto el sosiego…

Ya estás ahí…

Pero… ¿dónde estás?

En el mismo punto donde partiste…  el MI S MO

Sólo que ahora llevas un recorrido honroso en hombros y todo tu ser desprovisto de lo que pesaba.

Esa, amigo mío, es la verdadera Calma.

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Letras Para el Alma

“Ego”, supe que se llamaba

La vulnerabilidad tan detestable y tan tierna en su fragilidad.

Yo me imagino un guerrero fornido, su piel brilla por el sudor al haber escalado un monte empinado al que se propuso subir con un objetivo que ya cumplió…

“Ese guerrero no es vulnerable “- pienso

“no lo es en este instante” – me corrijo como un consuelo ridículo porque en este momento soy todo menos ese guerrero fornido…

Soy la vulnerabilidad encarnada… Mi piel también está húmeda, pero de lágrimas, y todo lo que logró proponerme y cumplir en este instante es sobrevivir.

Detestable y tierna…

Toda mi humanidad se aferra de las paredes y busca desesperada un ancla para no divagar en la infinita y profunda tristeza.

Vuelvo a los ojos del guerrero; se encoge frente a mí, limpia el barro de mis pestañas, corre mi pelo fuera de la cara, extiende su mano sudorosa, me contempla y una lágrima legítima y valiente sale de sus ojos.

!Es vulnerable! – Me digo- ¡también lo es!

Ambos heridos en partes tan diferentes, ambos lidiando con estas heridas de una manera tan diferente…

Me acurruco en los brazos del guerrero; “ego”, supe que se llamaba.

Me permito desplomarme porque esta vez, él lo hace con el mismo ahínco … Somos dos pedacitos de una misma persona que se han deshecho y que están haciendo maromas para reponerse.

Pequeño guerrero, amado Guerrero, no temas también así sigues siendo deslumbrante, mágico y valioso   

19 de mayo

Habitación 602