Punto de giro
Atravesé la puerta.
Esa puerta que no podía cruzar por tantos días y que delimitaba la frontera entre estar en tratamiento a estar camino a la sanación fuera de este pabellón.
Pero en realidad no atravesé la puerta, lo que atravesé fue el espejismo de una mente que sangraba, que estaba herida y llena de esquirlas que había acumulado en el camino, estaba enferma de una enfermedad que no se ve y por eso parece insignificante, pero que es ardua, espinosa, tremendamente dolorosa e incapacitante.
Atravesé mi lucha por mantenerme inmune, valiente, capaz, infalible.
Atravesé ese afán de resistirme y entender que el plan de Dios puede verse borroso, confuso e inexplicable pero que él no se equivoca y los senderos que nos presenta son para purificarnos, enseñarnos y acercarnos a él… sin cuestionar, sin hacer preguntas necias de las que no necesitamos respuestas sino ser sumisos y avanzar en el camino.
Atravesé la puerta y todo lo demás.
Cuando venía el camillero con la silla de ruedas para llevarme al carro, yo daba saltos (literalmente) y aplaudía (literalmente) , estaba más cerca de ese encuentro con mis hijos con el que llevaba fantaseando tantos días, estaba más cerca de almohada de mi casa, la temperatura de la ducha de mi casa que ya sabía regular… ¡de mi vida!
Me despedí de los demás pacientes con un abrazo cálido, de esos que duran más de 5 segundos, les dejé cartas llenas de colores y palabras de aliento para los días que lws faltaban de este lado de la puerta, ¡celebre! ¡Celebre El regreso a casa! y salí emocionada, empoderada e ilusionada de allí. De ese lugar que me expuso mi lado más más más vulnerable de la vida, del nido del dolor y el alivio simultáneamente, de ese lugar, de ese momento de mi vida que representaba mi PUNTO DE GIRO.
Punto de giro según una profe que tuve en un diplomado que hice hace poco significa: un incidente que afecta de manera directa a lo que sucede en una historia justo después de su aparición. Es un punto en el que la trama se ve obligada a tomar una dirección diferente; es decir, a girar.
Muy bien, ya pase la puerta, ya tengo la mente, el corazón y el alma dispuesta para empezar este capítulo que sigue después del punto de giro.
¿Ahora que?
Se ríe de mí mí yo del futuro mientras me ve ahí… Tan indefensa y con un arsenal debajo del brazo a la misma vez.