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Marcela Urrea
Letras Para el Alma

Los finales a veces no son finales…

Los finales a veces no son finales, las heridas a veces no sólo son heridas, las despedidas a veces son solo puentes que se tienden hacia algo superior.

¿Les ha pasado que miran su alma, su presente, su vida y solo ven pedazos rotos, desordenados e irreparables?

Mientras vemos absoluto caos, Dios sonríe viendo las piezas de un nuevo rompecabezas que se dispone a armar con sumo cuidado, dedicación y Perfección.

El desastre que vemos es realmente el trabajo en borrador de una evolución naciente, de un crecimiento ineludible, de un plan que Dios ha diseñado con sumo cuidado y que le dará paso a una versión más sana, más limpia, más sublime de nosotros mismos.

Algunos se resisten a esto, se quedan contemplando los pedazos rotos más tiempo que otros, algunos coleccionan esos pedazos rotos y se oponen a desecharlos, algunos abrazan su dolor como si no quisieran dejarlo ir… otros miran los pedazos rotos con resignación, aceptación, o incluso con emoción de darle paso a algo nuevo.

Algunos se refugian en la fe de que cuando Dios tiene el control nada puede estar fallando en su plan, otros en el escepticismo, reniegan y se resisten a lo que está por venir.

¿Cuál eres tú?

Señor, cualquier etapa rota de mi vida la entrego en tus manos, te dejo mis miedos más grandes al trascender este paso, te entrego mis incertidumbres, mis angustias y mi ansiedad por perder el control, para entregártelo en absoluto a ti. Se, sin ninguna duda que de tus manos amorosas solo pueden salir obras magníficas y espero con confianza que en tu tiempo y a tu manera le des forma a este caos.

Amén.